EL RENACIDO

El insaciable director mejicano Alejandro González Iñárritu vuelve a la carga junto al director de fotografía Emmanuel Lubezki para optar de nuevo a los grandes premios con El renacido. Tras triunfar el año pasado con Birdman, se alía con Leonardo DiCaprio y Tom Hardy para crear un drama inmensamente bello y extremo en lo formal pero hueco en su apartado puramente narrativo.


Cambian los escenarios: las bambalinas de un teatro por la naturaleza más salvaje; cambian los actores: Michael Keaton y Edward Norton dejan paso a DiCaprio y Tom Hardy; pero las formas siguen siendo las mismas: un extendido uso del plano secuencia y de los grandes angulares para dar una mayor sensación de realismo. La principal virtud de la película reside en esos movimientos de cámara que nos hacen ser partícipes en primera persona de una violencia cruda y un paraje tremendamente adverso que acaba por ser un personaje más de El renacido. Árboles de una altura inalcanzable, heladoras corrientes de agua y un clima extremo que se llega a sentir a este lado de la pantalla.

La historia, sencilla y manida: un grupo de colonos se aventuran en las tierras salvajes de Estados Unidos en busca de pieles y se topan con los indios. Su resultado: un DiCaprio que, tras abrazar la muerte, renace para vengarse de los que lo dejaron tirado en la nieve. En cambio, la decisión de Iñárritu es acercarse a Terrence Malick y hacer de un drama de acción una especie de cuento intimista que acaba fracasando. Lo que podían haber sido 100 o 120 minutos de una película potente e intensa se alarga en más de 160 por el mero propósito de trascender y ser diferente al resto. Un error de un director demasiado pretencioso que habría dado en el clavo apostando por una película más orientada hacia a la acción bien entendida, porque sin duda las escenas más poderosas y que quedarán en el recuerdo del espectador por mucho tiempo son las que muestran una violencia intensa y descarnada que nos mantienen sin aliento y con el corazón en un puño. La pega, que eso ocurre en los primeros 30/40 minutos. De ahí en adelante, momentos de soledad en paisajes alucinantes en los que el único objetivo es sobrevivir y sobreponerse a los elementos y la mala suerte que tiene el protagonista.


DiCaprio entrega una actuación física y visceral. De pocas palabras, pero muy intensa. Atención especial requiere Tom Hardy, haciendo de hombre duro y sin sentimientos. ¿Merece Leo el Óscar por enésima vez? Pues es probable, pero ni su actuación ni la película que protagoniza quedarán en el recuerdo cuando la temporada de premios acabe.

Puntuación: *** 1/2 (sobre 5)

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